Prólogo de 50 Sombras de Grey.
-La Gran Casa-
-Anastasia Grey:
_ ¿Hablo con la persona mas sexy del mundo?_ pregunté a través del
teléfono.
_ ¿Y yo con la mujer que nunca responde a mis llamados?_ preguntó
él secamente. Estaba fingiendo y no le salía.
_Eso respecta a ti_ lo regañé.
Sentí su sonrisa desde el otro lado.
_Si vamos a hablar diciendo lo contrario a lo que dijo el otro,
entonces yo estoy hablando con la persona mas sexy del mundo.
_Entonces su digo la verdad cuando no atiendes el teléfono.
Cristian viajo hasta Seattle hace dos semanas por un asunto de
negocios, todo este tiempo traté de contactar con él, pero, o siempre me
llevaba al contestador o él simplemente no quería hablar conmigo. Solo me
mandaba mensajes de textos y no había escuchado su voz desde entonces, no iba a
dejar que se me escape ahora.
_Lo siento, Ana_ se disculpó, parecía resignado_ Pero ya sabes
como es el trabajo.
_Sí, lo sé_ susurre_ pero quería escuchar tu voz, saber como
estabas. Tu sabes que los mensajes de texto no sirven mucho.
_La verdad es que no, en verdad lo siento, te lo recompensaré
cuando regrese.
_ ¿Y como piensas hacer eso?_ pregunté divertida.
_Oh, señora Grey, no querrá saberlo.
_Se ve que no me conoce bien, Señor Grey.
_Lo dudo mucho.
Pensar en lo que Cristian era capaz de hacer al volver ya era
demasiado para mí. Él estaba lejos y ya sentía ese hormigueo en el cuerpo que
solo Cristian podía provocarme. Lo necesitaba, desesperadamente.
_ ¿Cuándo volverás?
_ ¿Podrás resistir tres días más?
_Es mucho tiempo ¿no crees?
_ ¿Necesitada de algo Señora Grey?
_Sí_ respondí_ de ti.
Rió por lo bajo.
_Yo también estoy algo necesitado. Apenas vuelva tendrás que
satisfacerme.
_Será un honor, señor.
_Lo espero con ansias.
Oí como se abría la puerta del salón y vi entrar a Ted algo somnoliento
llevando un oso en la mano derecha.
_ ¿Qué haces despierto a estas horas?_ le pregunté.
_No puedo dormir_ me respondió.
_ ¿Estas con Ted?_ Cristian pareció oírlo hablar.
_Creo que lo despertamos.
_ ¿Me pasas con él?
_Tu padre quiere hablar contigo.
Sus ojos se iluminaron y corrió hacia mi tomando el teléfono. Lo
cargué en mi regazo y se llevó el aparato a la oreja.
_ ¿Papi?
_Hola, Ted_ Cristian se escuchaba sin el altavoz_ ¿Cómo estas?
_Estoy bien, papi ¿Cuándo vas a volver?
_Pronto, te lo prometo.
_ ¿Cuánto es pronto?_ bostezó Ted.
_Tres días, hijo.
Teddy se acomodó en mis piernas hasta quedar boca arriba queriendo
que lo abrazara y acunara hasta dormir. Cerró los ojos y dio su ultimo bostezo.
Tomé el teléfono y le dije a Cristian:
_Te extraña, Grey. Creo que lo has aburrido demasiado como para
hacerlo dormir en mis brazos.
_Creo que debería estar celoso.
_ ¿Crees o debes?
_Tu dime.
_Solo te diré que le haces falta, al igual que a mí.
_Yo también los extraño. Y te dije que te lo recompensaría.
_ ¿Y que hay de Ted? No puedes darle lo mismo que a mí.
_Claro que no, lo tuyo es especial. Pero puedo darle algo que
podemos hacer juntos en familia.
_ ¿Ah sí?_ pregunté sorprendida_ ¿Qué cosa?
_Nos tomaremos unas vacaciones, algo normal, ni tan sofisticado ni
tan vago.
_ ¿Normal?
_Sí, creo que esa es la palabra adecuada.
_ ¿Y en donde serían esas vacaciones?
_Tengo una casa que te gustara en Coldwater.
No me sorprendía en donde tuviera una casa, era algo típico en
Cristian ocupar cada pedazo del país.
_ ¿Coldwater? Jamás he ido.
_Te encantará. Es ideal para los cuatro.
_ ¿Crees que Phoebe pueda viajar?
_No pienso dejar a mi hija.
_Lo sé, pero solo tiene dos años.
_No te preocupes, no le pasará nada.
Oí la voz de un hombre que le hablaba a Cristian y supe que significaba
cuando el suspiro exhausto.
_Tengo que irme.
_Lo sé. No te molestaré más. Hablaremos cuando respondas otra vez,
lo cual consideraré un milagro.
_No me molestas, Ana. Esperé mucho para hablar contigo.
_Y yo.
_Saluda a Ted y a Phoebe de mi parte.
_Lo haré.
_Descansa. Te amo.
_Tu también. Te amo mucho más.
Colgué y dejé el teléfono en la mesita de centro. Acomodé a Ted en
mis brazos que ya hacía dormido en ellos y lo llevé a su cuarto. Lo acosté en
su cama y besé su cabello. Era increíble lo parecido que era a Cristian, era el
recuerdo que tenía de él cuando estaba lejos, y Cristian decía lo mismo de
Phoebe hacia mí.
Me fui a mi cuarto compartido con mi esposo y me recosté en la
cama. El aroma de Cristian seguía intacto, como si él nunca se fuera. No me
costó mucho dormir como antes, había escuchado la voz de Cristian y eso me
reconfortó, lo suficiente para que mi sueño fuera perfecto. Ya lo quería cerca
de mí, pero por ahora, tenía metida en mi mente la idea de sorprenderlo con una
bienvenida, él ya me hizo una sorpresa.
Las maletas con destino a Coldwater no iban a hacerse solas.
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